domingo, diciembre 25, 2011

martes, diciembre 13, 2011

Vorágine

Entre escritos, textos, videos, músicas, hiper conectado, hiperdesconectado. Quisiera abarcarlo todo de una vez o acabar definitivamente sin ser estas dos opciones excuyentes. En la mente se cuela la nostalgia y deviene en mente atribulada por desórdenes inconexos e injustificados. Agotar la vida, subsumido a las deudas aunque por suerte las mías no son económicas. Se me pasa el tiempo demasiado veloz y extrañamente lento cada vez, tiempo simultáneo rodeado de caos que se desgrana incesablemente. Quisiera escribir y no sé lo que hago, unos dedos enajenados se expresan fuera de mi, desde mi interno, exponiendo lo inasible de las contradicciones cerebrales de medianoche. Cinco minutos para la una de la madrugada, sigo trabajando, estudiando, explorando, redactando, procastinando y compartiendo. A mis espaldas ronca el futuro, mi herencia viva agotada de las coherentes pero sistemáticas enseñanzas de un obstinado. El sueño como descenlace del sinsentido, desprogramando lo ininteligible. La pantalla ilumina a ratos la realidad, se proyecta perturbadoramente quieta, inerte. Espero el momento de despertar sin siquiera pestañear el descanso, la productividad hace rato que dejó de ser productiva sin embargo la adicción al teclado se ha impregnado en mis habilidades oscuras, nocturnas, ocultas... No hay razón para todas estas palabras, son el grito de animalidad luchando en mi camino a la robotización, tecnologizada vida, dependiente de link. Añoro la quietud, el encuentro, la contemplación y el respiro profundo, me dejo caer en este escrito somnífero y junto a la luna asomada a mis espaldas, redacto la última palabra.